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Con Cristina.

jueves, 2 de julio de 2009

Pestes eran las de antes


(perdonen que haya elegido otro cuadro de Brueghel pero no me puedo contener, es compulsivo)
Las grandes pestilencias son consecuencia de graves crisis económico-sociales o no. O bien podrían ser la causa. Tal vez se produzcan por meros motivos biológicos, contaminación, desastre ecológico o la, mala, voluntad de dios.

La primera peste es la de Atenas, descripta por Tucínides, y que pone fin al siglo de Pericles la edad de oro ateniense. La enfermedad es altamente contagiosa y sin embargo los espartanos que cercaban la ciudad no la contraen, es posible que la peste estuviera en el agua como el cólera o el tifus o que los espartanos, sencillamente, fueran unos hijos de puta. Tucínides no lo aclara.

La segunda peste es la que afecta al imperio romano durante la administración de Marco Aurelio. Traída al imperio en el año 166 por las tropas que volvían de una campaña triunfal en Persia, parece que se trataba de viruela aunque la descripción dejada por Galeno, el médico más grande de la antigüedad, no es concluyente. ¿Cómo es que Galeno, capaz de salvar la vida de un paciente extrayendo un tumor del cerebro, ni siquiera nos deja una descripción exacta de la enfermedad que mató, según se cree, al 20 % de la población del imperio? Perdón por la pregunta tan larga, pero Galeno no tenía medios para siquiera pensar en algo como un virus. Los anteojos solo fueron conocidos en la edad media, por cierto que gracias a los árabes, el telescopio fue creado por unos holandeses al filo del año 1600 y el microscopio 100 años después. Si bien Roma siguió siendo una “superpotencia” hasta el año 238, el final de la dinastía de los severos, bien se puede decir que la “edad de oro” termina con la epidemia. Si bien se le atribuye una parte no menor en la decadencia al gobierno del hijo psicópata de Marco Aurelio, Commodus (vean la película de “gladiador”, no se maten leyendo estas tonterías).

La tercera peste es la “plaga justiniana” aparecida para el año 541 y que, parece ser, nada menos que la peste bubónica. Anteriormente escribí una notita http://elhombre3.blogspot.com/2009/06/el-dilema-de-teodorico.html que hablaba de Teodorico, el noble rey godo de Italia, y de su némesis el diabólico Justiniano. Acá este supervillano fascinante vuelve a aparecer. Para el año 541 Justiniano había reconquistado África, se hallaba en posición ganadora en Italia y había clavado la bandera imperial, creo que ya se había inventado, en el sur de España. Es cierto que Justiniano era bastante indeseable pero de no haber sido por la peste el francés y el inglés no existirían (para alivio de los alumnos de los colegios secundarios) y estaríamos con esas horrendas declinaciones, ustedes saben: rosae rosum y todo eso. La peste se inicio, al parecer, en lo que ahora es Etiopía que, por aquel entonces, era un aliado del imperio de ahí a Egipto y través de los barcos cerealeros a todo el imperio y a los vecinos que comerciaban y/o estaban en guerra con los bizantinos. Procopio, el historiador más importante de aquellos buenos tiempos, afirma que en la ciudad de Constantinopla fallecían hasta 10000 vecinos por día. Es más, la peste se hizo endémica y hubo nuevos brotes hasta el año 750.

La cuarta peste es, sin duda, la mejor de todas: la terrible “peste negra”. Hay quien afirma que no se trató como siempre se ha creído de peste bubónica sino de algún tipo de fiebre hemorrágica como el Ébola, no si se acuerdan pero cosas así aparecen en las películas aunque, está vez, no les recomiendo ninguna. De cualquier manera desde este modesto blogg opinamos que era la bubónica nomás.
La peste se originó, tal vez, en el Asia central. Según parece unas marmotas (no se rían) le pasaron pulgas a las ratas. Según parece ya por el año de 1333 la peste había desvastado china, lo que era mala señal, muy mala señal, puesto que los chinos eran el imperio más avanzado del mundo.
Había tres variantes de la misma peste: la bubónica trasmitida por la picadura de la pulga, donde a la gente se hinchaban los ganglios y la lengua y se adquiría un precioso color azul, esta era mortal en el 75% de los casos. La neumónica que se trasmitía por la tos y que era mortal en el 95%. Y, finalmente, la septicémica que, por cuestiones de simplicidad, era mortal siempre.
La peste invadió las ciudades italianas, al parecer llevadas por comerciantes, durante el año 1347 y de ahí siguió su marcha en todas direcciones, el comercio medieval era muy activo y a eso súmenle que la respuesta a la epidemia era escapar adonde fuera, cruzó el canal y a mediados de 1348 avanzó sobre Inglaterra. Por que nos detenemos en el Reino Unido, a parte del placer que nos da ver morir a los ingleses, es porque se trata del país del que tenemos mayor información de la época.
Al parecer toda Europa, después de un par de siglos de avances y de buen clima, se hallaba superpoblada. Para darnos una idea Inglaterra contaba en el año 1086 (en otro artículo ponemos porque justo ese año) con alrededor de un millón de habitantes y en 1348, justo antes de la peste, eran entre 5 y 7 millones. Es más, como prólogo a la peste habían tenido, en todo el norte de Europa y debido al cambio del clima, una catástrofe de hambre en 1317. Al parecer Francia tenía 30 millones y para darles una idea de lo mucho que era piensen que la producción de cereal, en buen año, era de 7 semillas por cada semilla plantada y que en nuestro nefasto siglo XXI es de 200 a 1.
Bueno, en conclusión, con la peste se acabó la supepoblación, al menos durante el siguiente par de siglos. En cuanto a las medidas que tomaron para defenderse, poco y nada. Castigarse con un látigo, quemar a los judíos y rezar. Pero no todos hicieron eso: desesperado, Visconti el tirano de Milán impuso un virtual bloqueo a su territorio y cuando se presentaron los primeros casos hizo tapiar las casas con los enfermos y deudos dentro y después las hizo enterrar bajo tierra. Si, eso quise decir, enterró las casas con la gente adentro. Apuesto a que ahora están esperando que les diga que el tirano fracasó y que se cagaron muriendo, pero resulta que no. Toda Europa quedó arrasada por la peste excepto Milán.
Vayan con cuidado, puede pasar que tipos a los que muchos llaman tiranos y toman medidas, al parecer, extremas, terminen teniendo razón.

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